El comienzo del camino

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Rafa Peiró

Consultor y Formador. Diplomado Profesional en Mindfulness. Director de "Talentos en Equipo". Autor de los libros "Inteligencia Temperamental" y "Reflexionar es Avanzar". Mentor Acreditado por amces (Asociación Española de Mentoring y Coaching).

En las organizaciones cada colaborador aporta una perspectiva única, ya sea a través de su capacidad para liderar, su empatía, su destreza analítica, su habilidad para escuchar, su don de gentes,…, así podríamos seguir elaborando una lista interminable de los diferentes talentos que se pueden llegar a concentrar en una empresa. Reconocer y valorar esa diversidad de fortalezas, es el comienzo del camino que lleva a la creación de entornos laborales tan beneficiosos como saludables.

Pasar a la acción

Aunque claro, todo ese potencial no se va a poner a funcionar por el «arte de birlibirloque» de forma coordinada y a pleno rendimiento. Para que así sea hay que ponerse manos a la obra, facilitando herramientas que ayuden a construir interrelaciones que fluyan de forma dinámica a la vez que respetuosa. Hay dos formas principales para que esto comience a producirse:

1.      Aprendizajes “desde fuera a dentro”: Como puede ser  la contratación de formaciones y búsqueda de mentorías.

2.      Aprendizajes «desde dentro a fuera”: Potenciando actividades internas para que seamos conscientes de nuestra autenticidad, de lo importante que es el respecto hacia la diversidad temperamental con la que interactuamos cada día y que tiene, en muchos casos, formas tan diferentes de interpretar la vida.

Para encontrar respuestas a todo ello hay que abrir la mente de forma continuada a nuevos aprendizajes, potenciando actitudes como  la atención, la observación y la reflexión.

"Quien lee sabe mucho, pero quien observa sabe todavía más".

Liderazgo consciente

Si nuestra posición en la organización es la de estar al frente de equipos de trabajo, siendo conscientes de que las personas que forman parte de ellos son uno de los activos más importantes con los que cuenta la empresa, estaremos más predispuestos a obrar en consecuencia y con coherencia a la hora de tratarlos y valorarlos.

 Si damos con fórmulas para conseguir un ambiente laboral adecuado, los beneficios que aportan las, para mí “erróneamente llamadas “, habilidades blandas” (Soft skills), como lo son el aumento de la creatividad, la mejora de la comunicación, la resolución y reducción de conflictos de manera constructiva, la disminución de rotaciones y absentismo, entre otras,  no solo aumentarán, sino que se multiplicarán.

La enorme importancia de relacionarse desde el equilibrio

Cuando una persona se siente aceptada y puede expresarse desde su innata forma de ser, se crea un ambiente de confianza que impulsa el compromiso y la colaboración.

El equilibrio personal  aumenta cuando sintiendo desde la autenticidad, sabemos adaptarnos a la diversidad temperamental que nos rodea.

El equilibrio en el equipo no significa uniformidad de criterios, ni actitudes continuamente optimistas, o no cuestionar nada para evitar conflictos. Un equilibrio consistente y sostenible se impulsa desde la integración armónica de distintas formas de ser que, al trabajar juntas, potencian el rendimiento colectivo.

La inteligencia temperamental es una de las grandes claves para lograrlo, ya que permite a las personas potenciar sus fortalezas, perseverar en áreas de mejora, aprender a observar con claridad las diferentes formas de ser para facilitar equilibrios relacionales, y  también descubrir fórmulas para facilitar la consecución de una de las cosas más complejas en el mundo de las relaciones: la empatía plena.  

Es fundamental que las organizaciones inviertan en implementar estrategias de equilibrio entre temperamentos, no solo para mejorar la productividad, sino también para promover un entorno laboral saludable y resiliente.

En un mundo de economías enormemente fluctuantes y enrevesadas, es una buena decisión potenciar conocimientos que ayuden a desenvolverse y avanzar en medio de escenarios veloces e imprevisibles.

«Alcanzar éxitos depende, en gran medida, de la capacidad de poner en valor las diferentes formas de sentir y actuar que se dan en los equipos de trabajo».

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