Rafa Peiró
Consultor empresarial - Formador - Copywriter - Conferenciante - Diplomado profesional en Mindfulness - Único entrenador en España de "Inner Mammal Institute" de California - Autor del libro "Reflexionar es Avanzar"
Más allá del arnés
Hoy en el Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, se pone el foco en entornos seguros y saludables, como principio y derecho laboral fundamental.
La tendencia es centrar la atención en entornos físicos que eviten accidentes y enfermedades.
Carteles, equipos de protección, planes de evacuación, botiquines, distancias de seguridad, manuales, títulos acreditativos para manipular alimentos, sustancias,…, forman parte de todo un mundo enfocado a la seguridad de las personas, la mayoría legisladas por leyes y por lo tanto de obligado cumplimiento.
Aunque, aprovechando la celebración de este día que la OIT (Organización Internacional del Trabajo) señala cada año en el calendario, dirijo tambien los focos hacia otras áreas del ámbito laboral, no diré que más importantes que las ya citadas, aunque tengo claro que no lo son menos.
Quiero hacer hincapié en que, además de velar por la salud física, no nos podemos olvidar en ningún caso de la salud mental, sobre todo en el mundo laboral de hoy en día, donde los desempeños físicos son llevados a término cada vez en mayor medida por maquinaria robotizada y dotada de alta tecnología, que ya antes de su puesta en marcha a de pasar por exhaustivas auditorias de funcionamiento y seguridad.
Por lo tanto, los motivos para focalizarnos en el equilibrio emocional y en las interacciones de las personas que forman las organizaciones, cobran mayor sentido y se convierten en cometidos de obligado cumplimiento.
Aunque en lo que concierne al conocimiento de la enorme diversidad de temperamentos, con el objetivo de respetar esas distintas maneras de vivir emocionalmente la jornada laboral, practicando la tolerancia y la empatía, a la vez que alejándonos de posturas cerriles y prepotentes; no da la sensación de que sean objetivos prioritarios en las organizaciones, ni privadas ni públicas.
Son numerosos lo códigos éticos, decálogos de valores, manuales de cumplimiento y de responsabilidad social corporativa, que están depositados en las estanterías y en los despachos de las organizaciones, pero no parece que mucho más allá que «cara a la galería», se esté por la labor de llevarlos, con dedicación y desde el convencimiento, a la práctica habitual, ni por parte de empresarios, ni por parte de autoridades competentes, ni por parte de organismos públicos, salvo afortunadamente algunas excepciones, que tienen muy claro que el bienestar laboral es un gran activo de la organización.
Tomar conciencia y dedicar tiempo al aprendizaje de recursos para la disminución de riesgos psicosociales en la empresa, es una buena forma de tomar distancia, reflexionar y centrarse en la manera de afrontar, de manera inteligente, esos complejos vaivenes entre los que se mueven actualmente las organizaciones, como son los cambios de estrategias de manera continuada y la enorme velocidad a la que se producen.
Conseguir crear el hábito de trabajar en equipo, desde un engranaje construido sobre el bienestar laboral y bien lubricado por el compromiso, el respeto y la voluntad de aportación del talento, va a ir sustituyendo malas praxis comportamentales, que son fruto de pensamientos, emociones y sentimientos desbordados por el estrés y la ansiedad que produce, entre otras cosas, la fuerte competencia que suele predominar entre las personas que conviven diariamente en los empresas.
Una filosofía de empresa más saludable, amigable e inclusiva, es posible.
No hemos de olvidar que la salud, la seguridad, la satisfacción, la serenidad, la sintonía, la solidaridad, la superación de dificultades y la sostenibilidad de las organizaciones, se consigue por la aportación del talento de todas y cada una de las personas que trabajan en ellas.