Una admirable forma de llegar a la cima

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Rafa Peiró

Consultor y Mentor. Director de "Talentos en Equipo". Formador especializado en la impartición de talleres en las organizaciones, especialmente para dar a conocer cómo el desarrollo de la inteligencia temperamental aumenta considerablemente el bienestar laboral. Autor de los libros "Inteligencia Temperamental" y "Reflexionar es Avanzar".

Marcar la diferencia desde la bondad.

Rafa Nadal no solo será recordado como uno de los mejores tenistas de la historia, sino como un ejemplo de humanidad y valores. En su despedida, nos ha dejado unas palabras que son un legado en sí mismas:

«Desde el respeto, la humildad, valorando las cosas buenas, he intentado lo que para mí es más importante: ser buena persona. Espero que así lo hayáis percibido. Me gustaría que se me recordara así, como una buena persona de un pueblo pequeñito. de Mallorca.»

Estas palabras reflejan algo mucho más profundo que sus incontables trofeos. Nos muestran que, para él, la verdadera cima no está en los logros materiales, sino en cómo se es como ser humano.
Sin duda, Nadal ha sido un experto en su deporte y un profesional impecable. Pero, además de su entrega física, exprimiendo su cuerpo hasta el límite y más allá, puesto que las secuelas que se lleva son importantes, lo que realmente ha marcado la diferencia para llegar a lo más alto, a la misma cima, es haberlo hecho siempre a través de la ética, la bondad y el respeto, incluso en un mundo tan competitivo como el del deporte de élite.

No recordaremos a Rafa Nadal en ningún caso rompiendo raquetas contra el suelo o golpeando una silla, tomen nota algunos profesionales, ya que la historia de Nadal va a ser un admirable manual de aprendizaje para los deportistas, no solo del deporte del tenis sino de cualquier otro.

Una lección universal

En una sociedad que a menudo glorifica el éxito a cualquier precio, Nadal nos recuerda que alcanzar los objetivos no tiene por qué implicar pisar a los demás. Esto no solo es aplicable al deporte, sino también a todos los ámbitos de la vida: la famila, las empresas, la política y las relaciones humanas en general.

La bondad en el mundo laboral: ¿Un valor infravalorado?

En el ámbito profesional, ser buena persona no suele ser sinónimo de éxito, sino todo lo contrario En muchas organizaciones, la competencia agresiva y ciertas dudosas prácticas son aceptadas, incluso valoradas, como formas de «llegar a la cima». No son pocas las veces que a las personas demasiado buenas se las etiqueta de «tontas» o ingenuas.

Tengo un ejemplo personal, cuando en cierta ocasión fui acompañado por mi Director Regional a visitar a mis clientes para ver que opinaban de mí, fueron bastantes los que ensalzaron mi bondad y mi transparencia, lo que produjo que al volver a la oficina en el coche, cuando yo creía que mi jefe se había llevado una buena impresión de mi labor comercial, me espetó: “La próxima vez que vuelva contigo y la mayoría me diga que eres buena persona, te despido”. Me quede sin palabras, la verdad. He de decir que no hice caso de sus “consejos” y seguí visitando a mis clientes desde mis valores y mi forma de ser. Al cabo de unos años, se me ascendió a Director de una de las sucursales de la empresa en Mallorca, casualmente la tierra de Nadal. La paradoja es que fue precisamente ese mismo Director Regional  quien me propuso al cargo, seguramente los buenos resultados desde “mi bondad”, superaron a sus juicios morales

¿Por qué sucede esto?

  1. Cultura de resultados a toda costa: Se priorizan los objetivos por encima de los métodos para alcanzarlos. Esto crea entornos donde las personas se ven empujadas a tomar atajos o a competir de forma desleal.
  2. Falsa asociación de bondad con debilidad: Existe la percepción errónea de que quien actúa con bondad es fácil de manipular o que no tiene la fortaleza necesaria para tomar decisiones acertadas.
  3. Confusión entre ambición y egoísmo: Muchas veces, la mente confunde la ambición con la supervivencia y en sus ansias por «salvarnos la vida», se  focaliza en llegar a objetivos a cualquier precio, no importa que sea pasando de malas maneras por encima de los demás.

El precio de las malas prácticas.

Este enfoque no solo afecta a las personas, sino también a las organizaciones. Los equipos fracturados, el clima laboral tóxico y la alta rotación de personal son consecuencias directas de una cultura que no valora la bondad.

Sin embargo, actuar con respeto y empatía no es sinónimo de debilidad, sino de verdadera fortaleza. Se necesita carácter para mantener los principios en entornos adversos y para demostrar que se puede liderar sin perder de vista la humanidad.

El valor de la bondad en las empresas y en la vida

La bondad no es un obstáculo para el éxito; es una forma sostenible y auténtica de alcanzarlo. Las personas que actúan con integridad suelen generar confianza, construir relaciones sólidas y fomentar equipos más resilientes y motivados.

Por qué ser bueno no es ser ingenuo

La bondad no es sinónimo de pasividad ni de permitir que otros se aprovechen. Es un acto consciente de elegir un camino ético, de priorizar el bienestar colectivo y de mostrar respeto incluso en las situaciones más desafiantes.
Ser buena persona en el ámbito profesional no significa renunciar a tus objetivos, sino alcanzarlos sin dañar a los demás. Este enfoque no solo beneficia a quienes lo practican, sino que también inspira a quienes los rodean.

Cambiar la narrativa

Es hora de cambiar la percepción de que ser bueno es ser débil. Más bien, quienes logran sus metas sin renunciar a su humanidad son los verdaderos líderes. La bondad construye puentes, mientras que la deslealtad solo deja ruinas.

 Rafa Nadal nos deja un gran ejemplo a seguir:  ser buena persona es un gran triunfo. Esta filosofía no solo se aplica al deporte, sino a cada aspecto de la vida. Ser ético, respetuoso y empático en ámbitos profesionales no es un camino fácil, pero creo que compensa con la huella imborrable que deja en los demás.

«El verdadero éxito no está en lo que consigues, sino en cómo lo consigues, en el ejemplo a seguir que dejas en los demás con tan admirable legado”.

¡Gracias, Rafa Nadal! ¡Gracias, Campeón!

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